Mi gato no puede orinar (2)

Un gato con obstrucción urinaria se convierte en un gato intoxicado. No demore la consulta.
Gato enojado

En la parte (1) tratamos los puntos principales a tener en cuenta si su gato muestra dificultades para orinar. Aquí ampliamos sobre el tema de los riesgos de los procedimientos a realizar.

Un gato macho, castrado, sedentario y obeso que come un alimento de calidad regular a mala y su dueño relata: “Él es muy limpito. Si el baño está sucio se aguanta y no va hasta que se le cambia la arena”.
Ese gato es un posible candidato a tener precipitados urinarios de cristales y desprendimiento de pequeñas hebras de mucus que pueden llevar a que se tape, es decir, el gato no puede orinar por más que lo intente o lo hace con dificultad.

Puede o no haber una infección urinaria agregada y a veces la gota que desborda el vaso es un evento estresante. Si el gato no orina con la frecuencia normal, su organismo se carga de toxinas y el gato se intoxica con sus propios desechos.

En ocasiones llega un gato en ésta particular situación, con una obstrucción urinaria de más de un día de duración, con la vejiga hecha una pelota y sino se la puede vaciar, morirá.
Claro que hay gatos tranquilos, pero uno con temperamento difícil, arañará y morderá a su dueño y al veterinario si se descuida.
Hay que sedarlo, de lo contrario será imposible resolver la situación y la sedación de un gato intoxicado es riesgosa. Los primeros intentos de desobstrucción de manera suave y cariñosa generalmente no convencen al gatito que se pone más malo, incómodo y malhumorado y cada maniobra lo van transformando en un tigre fiero.

El control de los factores de riesgo y el monitoreo con exámenes urinarios, permiten avisar a tiempo del peligro antes de llegar a esta situación y prestarle atención al Stress en los gatos. Ver en el Blog: Cistitis intersticial o Mi gato no puede orinar (3)

Dr. Manuel Figueroa y Dr. Pablo Butler

Actualizado 2024

Adenda de Japón:

Kyogen trepa al árbol: Sobre el filo de un inmenso precipicio en una montaña, un hombre se halla colgado de un árbol tan sólo con los dientes mordiendo una rama. Sus manos no alcanzan ningún tronco sólido y seguro. Un campesino se acerca al borde y le pregunta: “¿Por qué el Buda viajó a la China?”. Si no responde, falla. Si lo hace, cae y pierde la vida. ¿Qué debe hacer entonces?
Del libro «La entrada sin puerta», Mumonkan (año 1228 dC).

Este relato tomado de un antiguo libro de cuentos trata sobre un enigma que el maestro plantea al aprendiz para dar un paso más en su formación. Este tipo de acertijo se le llama Koan en el Japón y algunas escuelas budistas los utilizan de manera frecuente para romper la lógica estructurada.
A veces en la clínica tenemos situaciones en las que podría decirse que el paciente se encuentra como el hombre del árbol del Koan.

Un drama similar de paradojas de la medicina ocurre cuando a un paciente con valores altos de urea y creatinina en sangre por una insuficiencia renal descompensada, un Síndrome urémico, hay que darle fluidos entre otras medidas para «limpiar» su sangre, pero toma diuréticos porque tiene una insuficiencia cardíaca; el paciente suspendido de un hilo entre la uremia terminal y el edema pulmonar.

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