Huesos de toda forma y tamaño, la bolsita de la carne picada, trozos de alfombra, el hilo del salame, alfileres, marlos de choclo, la grampas del TV cable, el Pokemón de las papas chips y hasta el niño Jesús del pesebre. La arena de donde chorrea el asado, piedras, palitos, cucarachas, todo esto y mucho más; un amasijo de sustancias indigeribles, puntas y filos varios que la infinita imaginación de un Cocker indaga como si sus cinco sentidos se concentraran en uno.
Casi una obsesión sin freno, todo hay que tragarlo porque su estómago e intestino son como una gran lengua con la que conoce el mundo.
Unos pasan inadvertidos, otros causan molestias pasajeras y los peores son hallazgo de radiografías y quirófano.
Adorables aspiradoras de cuatro patas sin remedio, a las que hay que cuidar porque no aprenden y ponen a prueba la paciencia de su dueño una y otra vez.
Clavos, anzuelos, pelotas y correas; la asadera completa de los canelones para el domingo y un paquete sin abrir de manteca; el aceite de las milanesas, la merienda del nene y las pastillas de la abuela. Todas las generaciones le interesan.
Su curiosidad no tiene límites y parece que así la lleva, como una orden impresa en cada uno de sus genes de tal forma que si pudiera, también se los comería.

Es una de las razas más afectuosas con la familia, son poco guardianes y medianamente obedientes. Curiosamente, se han reportado en todo el mundo casos de agresividad inexplicables, lo que le ha hecho ganar la reputación de malhumorados y de tener poca paciencia con los niños. Se ha visto una marcada asociación entre esta condición de agresividad con el color dorado del manto, lo que ha sido explicado genéticamente. Por otro lado algunos estudios revelan niveles significativamente menores de serotonina circulante en estos ejemplares agresivos, por lo que podrían mejorar su conducta con fármacos que regulan esta sustancia en la sangre, habría que comprobarlo.
La serotonina es un neurotransmisor que regula el estado de ánimo, el humor, el ciclo sueño-vigilia, la conducta alimenticia y la percepción emocional del dolor.
La fibromialgia en las personas, es otro de los disturbios de salud que se ha vinculado con bajos niveles de serotonina en sangre. Medicamentos que aumentan la serotonina se utilizan para la depresión y se conocen como los Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS).
El Prozac (Fluoxetina) es el más conocido de ellos porque ha sido utilizado ingeniosamente por Lou Marinoff en su libro “Más Platón y menos Prozac". La Sertralina y la Paroxetina son otras drogas del grupo.

El triptófano es un aminoácido esencial que por una serie de pasos bioquímicos es transformado en serotonina y es una de las sustancias que se investiga hoy por sus efectos aparentemente positivos en algunos casos de pacientes alérgicos, en los que un componente de ansiedad se encuentra asociado.
Se afirma que el ejercicio hace aumentar naturalmente los niveles de serotonina; tal vez por esto los perros que caminan y queman sus energías en actividades al aire libre, sean más equilibrados emocionalmente hablando, que los que no lo hacen.

Lo que pasa o pasará en la piel y oídos de un perro, ya le ha ocurrido antes a un Cocker; paradigma de variables, extremos y combinaciones. Así claman los perros del mundo: ¡gracias, oh Cocker salvador, por tu salud, que es también la nuestra!

"En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han considerado como seguras" Beltrand Russell (1872-1970)
B.Russell y el Cocker Inglés provienen de Gales, aunque el término Spaniel refiere al sitio de origen real de los primeros ejemplares que fueron regalo de la nobleza española a reyes y nobles británicos.

 

Manuel Figueroa y Pablo Butler