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Obtrucción urinaria en gatos
El gato de Kyogen

Fernando BoteroMúsica para este texto

Kyogen trepa al árbol:
Sobre el filo de un inmenso precipicio en una montaña, un hombre se halla colgado de un árbol tan solo con los dientes mordiendo una rama, sus manos no alcanzan ningún tronco sólido y seguro. Un campesino se acerca al borde y le pregunta: “¿Por qué el Buda viajó a la China?”. Si no responde, falla. Si lo hace, cae y pierde la vida. ¿Qué debe hacer entonces?
La entrada sin puerta, Mumonkan (año 1228 dC).
Este extraño relato tomado de un antiguo libro de cuentos trata sobre un enigma que el maestro plantea al estudiante para romper la lógica estructurada y dar un paso más en su aprendizaje. A este tipo de acertijos se los denomina Koanes y algunas escuelas budistas los utilizan de manera frecuente.
A veces en la clínica diaria enfrentamos situaciones en las que podría decirse que el paciente se encuentra como el hombre del árbol o como quien intenta resolver un intrincado koan.

Un gato macho, castrado, sedentario y obeso, que come un alimento de calidad regular a mala y su dueño relata: “Muy limpito él, ¡ah, si el baño está sucio, se aguanta y no va hasta que se le cambia la arena!, él es muy prolijito”. Ese gato es un posible candidato a tener precipitados urinarios de cristales y desprendimiento de pequeñas hebras de mucus que pueden llevar a que se tape, es decir, el gato no puede orinar por más que lo intente o lo hace con dificultad. Puede o no haber una infección urinaria agregada y a veces la gota que desborda el vaso es un evento estresante. Si el gato no hace pichí con la frecuencia normal, su organismo se carga de toxinas y el gato se intoxica con sus propios desechos. En ocasiones  llega un gato en esta particular situación, con una obstrucción urinaria de más de un día de duración, con la vejiga hecha una pelota  y si no se la puede vaciar, morirá. Claro que hay gatitos “Ghandi”, santos ellos, pero un gato de temperamento indócil y combativo dejará las marcas de uñas y dientes en su propietario y en su veterinario si se descuida. Habrá que sedarlo, sino será imposible resolver la situación y la sedación de un gato intoxicado ya de por si es riesgosa. Los primeros intentos de desobstrucción de manera suave y cariñosa no convencen al gatito que se pone más malo, incómodo y malhumorado y cada maniobra lo va transformando  en el tigre más fiero. Allí tenemos al gato de Kyogen. Un verdadero Koan felino donde todo pende de un hilo.

Una situación similar ocurre cuando a un paciente con valores altos de urea y creatinina en sangre por una insuficiencia renal descompensada, hay que darle suero entre otras medidas para "limpiar" su sangre, pero toma diuréticos porque tiene una insuficiencia cardíaca; un perro suspendido entre la uremia y el edema pulmonar: el perro de Kyogen.

Tigre enojadoVolviendo al caso del gato, el control de los factores de riesgo y el monitoreo con exámenes urinarios, permiten avisar a tiempo del peligro antes de llegar a estos extremos, o mejor aún, no llegar a padecerlos si es alimentado siempre con raciones de buena calidad, entonces Kyogen estará en ese caso, más que agradecido.

Pablo Butler


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